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ANOCHECER LICUADO

 

 

Igual que esta noche diluida
en el agua, sumerges las yemas
de tus dedos níveos en su negro
manto. La palpas, la sorbes y
juegas con ella. Anochecer
licuado.


El rostro candido tuyo se
ve reflejado en el rostro adyacente
del charco. Tú dudas y te conmueves
cuando descubres tus rasgos. Yo
río cuando sorprendo tu gesto
enojado.


“Cálmate —te pido—. Es tan sólo
tu cielo en el charco. Eres tú
y tu envoltura. Tu anochecer
licuado.”

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