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LLAMADA TRÁGICA Y OTROS RELATOS

 

Llamada trágica y otros relatos (Ediciones Camelot, 2018) consta de 35 relatos con unos ingredientes muy atractivos: el tratamiento profundo de la psicología de los personajes, la ambientación lúgubre y misteriosa, el estilo ameno, una velada crítica social y la invitación del autor a una ulterior reflexión. Son elementos todos ellos atractivos para una lectura muy placentera.

 

Título: Llamada Trágica y otros relatos

Editorial: Ediciones Camelot

Editor: Pablo Solares

122 páginas

ISBN: 978-84-948169-9-4

En la tierra bajo el sol

Bajo el sol el campo resplandecía, millones de flores secas y de hierbajos se marchitaban ahogados por sus rayos en un mar de plata y esmeralda que esperaba a ser recolectado. Bajo las flores solo había tierra sedienta y bajo esta únicamente raíces. Imploraban al cielo por una noche de lluvia, por una nube hinchadísima, por una gota de agua. Y sobre la tierra una mujer permanecía quieta, consumida lentamente por la sequedad. Había estado paseando como hacía cada domingo y pisaba, como cada domingo también, el herbazal del campesino. El sol le había estado tocando el rostro y le recorría ahora la espalda descubierta. Le ardía la piel, notaba cómo lentamente iba enrojeciéndose y se iba volviendo corteza. Sollozaba y se lamentaba por un estado y por una situación que no había escogido vivir, preguntándose por qué hoy, por qué ella.

La espera se hacía eterna en un punto perdido del campo abandonado. Inmóvil reseguía con la mirada un par de arañas que trepaban por su pierna y se colaban bajo la falda. Poco le importaban las arañas. Quería saltar, correr, volar; o al menos sentarse, descansar, yacer hasta que alguien la encontrara. Pero, ¿quién iba a encontrarla en mitad de un terreno yermo?

[...]

La Osa Mayor

El hombre miraba al cielo. La luna, todavía creciente, emitía una luz discreta que se mezclaba con la estela efímera que había abandonado el último sol. El hombre analizaba la luna. Le parecía, sí, la sonrisa encantadora de una bruja cándida. Y bajo la luna una hilera de abetos dibujaba un perfil serrado al otro lado del campo de trigo. “¿Qué habrá tras esos árboles?”, se preguntaba antes de volver la vista al cielo. “¡Qué más da!”.

Advirtió que, sobre su cabeza y un poco más al norte, se apreciaba con claridad la Osa Mayor, a pesar de que una de las siete estrellas principales apenas se veía. El hombre menguó los ojos para intentar localizarla. “¡Ah, estás ahí! Maldita sea, ¿dónde te habías metido?”. Y después, le dio un trago al vino de una taza metálica que descansaba sobre la hierba. “¡Mira que es malo este vino, pero qué bien me sabe!”. El hombre sonrió.

[...]

El idiota

Nadie dijo que fuera a ser fácil, pero él, como buen idiota creyó que sí, que sería como sentarse en la sala de espera del dentista y esperar a ser llamado. El encargo partía de una premisa a priori sencilla y clara: “Debe ser algo limpio, silencioso y profesional”.

El hombre vigilaba desde el otro lado de la calle. Procuraba no apartar la vista de las dos ventanas de la casa que permanecían desde hacía rato con las luces encendidas. Pero, como buen idiota, aquel ejercicio le resultaba insoportable. Recordó las instrucciones: “Espera afuera hasta que se vaya mi hermano y no dejes que te vea. Él te conoce. Ten paciencia, tarde o temprano se irá”. La paciencia, sin embargo, no era su fuerte. Se encendía los cigarros uno tras otro sin apenas esperar a haber apagado el anterior. Era la desesperación propia de un completo idiota. Hacía un esfuerzo titánico por mantener la mirada sobre la puerta principal de la casa aunque, claro está, se distraía a menudo.

[...]

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